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A PÁXINA DE MANUEL MORALES FONTANES
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Las fiestas populares de mi pueblo |
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El deporte náutico en Villagarcía (II) |
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El deporte náutico en Villagarcía |
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Vilagarcía : ¿Una ciudad turística? |
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La Villagarcía industrial |
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La urbanización de Villagarcía |
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Aquella Villagarcía hoy casi desconocida |
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LA VILAGARCÍA COMERCIAL En un artículo anterior decía yo que Vilagarcía se encuentra en un paraje de los más maravillosos del mundo. Bañada por una ría de una belleza exuberante y con la fertilidad de las aguas de la misma, ya a principios del siglo 20, allá por el lejano 1.929 se hizo famosa, sobre todo en España, no solo por ser la residencia veraniega de innumerables familias de toda la Nación, en las épocas de estío, sino también por su excelente clima sus playas, su gastronomía etc. Vilagarcía, ya en aquellos tiempos, destacaba por su actividad comercial pues era un núcleo de los más importantes de Galicia ya que venían barcos de carga que anclaban en la Ria para cargar mercancías de todo tipo con destino a la península e islas y así, un artículo del año 1.929 firmado por un tal X.X.X. decía: “Todos los que visitan por primera ver Villagarcía quedan pensando de cómo pueden vivir tantas casas comerciales en un núcleo tan relativamente pequeño de vecinos. Tienen razón en sorprenderse, porque haciendo un simple cálculo, el número e importancia de los comercios villagarcianos, son suficientes para surtir a una población de doscientas mil almas y Villagarcía no tiene ni la mitad, ni siquiera la cuarta parte de ese número de vecinos. Un amigo nuestro que no conocía este pueblo, ni sus medios de vida comercial, nos decía que, en la calle de La Marina, Valentín Viqueira, González Garra, Padre Feijoó etc. mas del noventa por ciento eran casas comerciales y, añadía, que otros pueblos que había visitado, en que a pesar de concurrir en ellos una circunstancia análoga, la vida comercial era lánguida y artificiosa. En Villagarcía, le dijimos, no ocurre eso. Villagarcía no tiene doscientos mil habitantes que hacen falta para dar vida próspera a tanta casa comercial, pero Villagarcía tiene ese número y aún mayor de clientes. Aquí fluyen los pobladores de mas de quinientos pueblecillos de esta y de la otra orilla de la Ría de Arosa y, nuestras grandes casas comerciales, tienden su radio de acción hacia el interior a centenares de kilómetros y aún en algunos artículos, como huevos, mariscos, cereales etc. podemos decir que abarcan toda la península. Nuestro amigo, dijo seguidamente:
--Tiene usted razón. Yo en Barcelona he comido como excelentes las sabrosas almejas de Arosa y en Madrid, he visto en un escaparate una muestra, en grandes letras, que decía: “Hay cangrejos de Carril”, lo que demuestra que los mariscos de esta parte de Galicia tienen fama de insuperables. --Así es, contestamos, porque los que explotan este negocio, casi todos los vecinos de Carril, cuidan de mantener incólume la calidad del género que exportan y así van consiguiendo la preferencia de su mercancía, haciendo de esta bella y atrayente orilla del Atlántico una mina mas productiva que cualquiera de Alaska. Otra de las grandes riquezas de Villagarcía es la de pinos rollizos que son embarcados en grandes cantidades para las minas asturianas, la de huevos, cereales etc. ¿Y no le parece a usted que en Villagarcía debe haber aún muchos productos comerciables que necesiten de capitales que los muevan? No va usted descaminado. Hay en Villagarcía varias docenas de artículos inexplorados que podrían hacer ricos a quienes teniendo el capital suficiente, tuvieran la fuerza de voluntad necesaria para acometer esas empresas comerciales. Tenemos riquísimas canteras de piedra berroqueña, muy apropiada para el adoquinado de calles y, aunque este negocio fué estudiado hace unos 20 años para el adoquinado de las calles de Río de Janeiro, se ha dejado por una fruslería y ha vuelto a resucitar en mezquinas proporciones hace poco tiempo surtiendo así de adoquines a varias poblaciones gallegas. Un almirante inglés ha llevado un centenar de losas de esa piedra para cercar un huerto de Gran Bretaña y, después, han llovido proposiciones para que se enviaran al mismo punto algunos millares de ellas sin que nadie se atreviera a encargarse de este asunto. Existe también en abundancia el feldespato y, solamente algunos comerciantes de Puentecesures lo exportan en cantidades insignificantes. Así, uno por uno, podíamos ir citando artículos que esperan a que una mano decidida los convierta en venero de riqueza, pero por no ser este lugar apropiado para meternos en tales disquisiciones, hacemos punto y solamente es nuestra intención hacer resaltar que, si la vida comercial de Villagarcía asombra a los que la visitan por lo que ven, aún mas se acostumbrarían por lo que pudieran ver si fueran abiertos todos los cauces de nuestras posibilidades comerciales.
El comentario indica claramente que el nombre de nuestra ciudad circulaba por España debido a la actividad comercial que desarrollaba ya en aquél entonces siendo, sin duda, una de las zonas que surtían a España de nuestros deliciosos mariscos y madera de pino para hacer cajas para tomates, plátanos, botellería etc. ya que entonces no existía el cartón como embalaje. Por Manuel Morales
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